domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 45: Muchos son los peldaños que tenéis que trepar



Podéis acelerar vuestra ascensión suplicando al Padre Celestial que os envíe los Ángeles auxiliares que Jacob vio cómo bajaban y subían por la inmensa escala con que soñó. Debéis orar no tan sólo al Padre Celestial, sino también a la Madre Terrestre, para que también ella os envíe sus Ángeles, para que os presten su fuerte brazo de apoyo, ayudándoos a trepar.

Muchos son los peldaños que tenéis que trepar para poder llegar triunfantes hasta el Trono del Padre Celestial. Que os sirva de consuelo el hecho de que vuestra victoria está asegurada si trepáis con fe.
Los peldaños siguientes están marcados con las excelsas virtudes humanas, que, entre muchas otras, debéis adquirir para tener franco paso al Trono del Altísimo. La fraternidad es una de estas virtudes; otra, el servicio desinteresado, la perseverancia, la honradez la rectitud, la devoción, la oración, la fe, el amor y ante todo la humildad, la más grande de todas las virtudes humanas.
Esta fatigosa ascensión la podéis hacer más fácil y placentera, pidiendo auxilio al Altísimo, que complacido os está observando desde las alturas y que, gustosamente, os mandará Sus Ángeles auxiliares si los pedís en vuestras súplicas. Debéis suplicarle de la siguiente manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga a nos Tu reino. Hágase Tu voluntad así en la Tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día, danos hoy y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos de este mal, porque Tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos, amén.
También a la Madre Tierra debéis suplicar para que os envíe sus Ángeles auxiliares que os faciliten vuestra ascensión. A la Madre Tierra le oraréis así: Madre nuestra que estás sobre la Tierra, santificado sea tu nombre. Venga a nos tu reino. Que tu voluntad sea hecha en la Tierra, para lo cual te prometemos colaborar y obedecer tus mandamientos. Como tú nos envías tus santos Ángeles auxiliares, envíalos también, en este día de hoy para que nos ayuden a perfeccionarnos. Perdona nuestros pecados que contra ti hemos cometido, prometiéndote no pecar más. Si debido a nuestra ignorancia caemos en la tentación, líbranos de este mal, porque tú tienes el poder y la sabiduría, ya que mandas tanto en la Tierra como dentro de nosotros, dispensándonos salud y vida, amén.
Con esto Cristo dio por terminadas sus maravillosas enseñanzas y se despidió del pueblo con el acostumbrado saludo: <La paz sea con vosotros>.
Ahora, idos a vuestros hogares y no pequéis más.
Como el sembrador que siembra buena semilla, que luego germina y crece dando ciento por uno, así vosotros seréis sembradores de la semilla de mis enseñanzas, sembrándola en buena tierra para que germine, crezca y se extienda sobre toda la Tierra, formando pueblos fuertes, buenos y felices, que luego prosperarán mediante el esforzado trabajo y el recto vivir. Así, Cristo se despidió de su numerosa concurrencia que arrodillada, lloraba de emoción.
Enseguida, Cristo se transfiguró, brillando su cuerpo como un Sol (imposible mirar sin encandilarse), se elevó por los aires, desapareciendo en una vaporosa nube, ante las miradas atónitas del pueblo. Así el pueblo se quedó por mucho rato en éxtasis, mirando la luz, hasta que se extinguió en lontananza. En seguida, el pueblo empezó a dispersarse, despidiéndose de Juan y de los demás discípulos para regresar feliz y contento a sus hogares, contando a los suyos las maravillas que habían presenciado.


FIN

Capítulo 44: Procreación, fornicación, sodomía



Procreación, fornicación, sodomía.

La procreación en su máxima pureza la practican los animales, como los venados, corzos, vacunos, caballos, camellos, elefantes, etc., pues el macho sólo busca a la hembra y ella a él en la época del ardor amoroso de celo y fuera de esta época ellos se rechazan sexualmente, aunque conviven en una filial armonía.
Cuando los seres humanos se incorporen dentro de esta Ley Natural que los animales con tanto rigor respetan, habrán alcanzado el grado más alto de civilización y cultura. Pero cuando el acto sexual degenera en vicio, en un placer sensual, entonces ya no se llama procreación, sino fornicación, que significa la más abusiva relajación de esta sagrada función procreadora.
Cuando el acto sexual degenera hasta los abismos de la sodomía (homosexualidad) y fallan todos los medios de regeneración, entonces la justicia inmanente condena a tales depravados incorregibles a ser quemados vivos, como fueron quemados los habitantes de Sodoma, Gomorra, Saboim y Adams. Junto con estas ciudades barrió la divina escoba la basura humana del mundo entero, para quemarla junta en un sólo montón y una sola hoguera.
Sin embargo, tales depravados pueden salvarse de ser quemados vivos, si a tiempo se arrepienten de todo corazón y empiezan a combatir enérgicamente su terrible vicio, hasta desarraigarlo totalmente en sus últimas raíces, que se encuentran en el cerebro y en el corazón. De ahí que deben rechazar enérgicamente los pensamientos y emociones que invitan a este vicio. En esta titánica lucha los sodomitas deben servirse de las más eficaces armas como el prolongado ayuno, la alimentación vegetariana y ante todo, de la oración, pidiendo auxilio del cielo, que es la más eficaz de las armas.
Como es verdad que la suprema meta del hombre en la Tierra es alcanzar las más altas cimas de pureza, dignidad y cultura, también es verdad que la sodomía es el polo opuesto, o sea, el más profundo abismo de impureza, indignidad e incultura humana. Por esto hasta la Madre Tierra se negó a darles sepultura a las ceniza de tales depravados, abriéndose en el lugar del siniestro un profundo abismo, que se llenó de aguas tan pútridas y salobres que matan a todo germen viviente, pues ninguna vida prospera en ellas, por cuyo motivo ese tenebroso lago se llama Mar Muerto, para que sirva de eterna advertencia a los pueblos de que la sodomía los extermina hasta la más absoluta esterilidad.

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Capítulo 43: La pureza sexual es indispensable para forjar una raza humana superior



Jesús concede especial importancia a la pureza de las costumbres, ante todo a la pureza sexual. Recalca que la pureza sexual es indispensable para forjar una raza humana superior. La fornicación degenera la raza, engendrando hijos enfermos, enclenques, con las taras hereditarias de la tuberculosos, parálisis infantil (poliomielitis) una raza en decadencia en la que prospera el aspecto negativo de la vida: los vicios como el alcoholismo, el tabaquismo, opio, juegos de azar, prostitución, lo que hace necesario un exceso de médicos, hospitales, clínicas, manicomios y cárceles cuyos gigantescos edificios junto con el inmenso cuerpo médico gráficamente reflejan la enorme miseria moral que aflige a su pueblo.

Para terminar estas lecciones, me queda por mencionar todavía, la excelsa virtud de la pureza, a la pureza sexual, me refiero.
La procreación es una Suprema ley de la vida, impuesta por el Padre Celestial para perpetuar la raza humana. Es un acto sublime, sacrosanto, que debe ser respetado religiosamente y ejecutado con inmaculada pureza.
Ejecutada la procreación como Dios manda, dentro de la más escrupulosa pureza, los padres se aseguran un premio del Padre Celestial, consistente en una descendencia sobresaliente. Es que entonces, las almas más evolucionadas que moran en el más allá y que les toca volver a esta Tierra para proseguir su evolución, esas almas que buscan afanosamente cuerpos puros en que encarnarse, y prefieren naturalmente los cuerpos engendrados por padres de inmaculada pureza sexual. Este hecho asegura el nacimiento de hijos extraordinariamente hermosos, de cuerpos esbeltos, dotados de una sólida salud y sobresaliente inteligencia de notables cualidades espirituales y morales.
A hijos de tan inmaculada cuna, el mismo Padre Celestial los apadrina, derramando sobre ellos todas Sus bendiciones y bienaventuranzas, lo cual asegura un brillante provenir para tales hijos y constituye la mayor felicidad de los padres. Para conseguir un nacimiento en tan óptimas condiciones, los padres antes de efectuar el acto sexual, deben depurar y fortalecer sus cuerpos. Esto lo consiguen ante todo con una adecuada alimentación.
La alimentación apropiada para los padres en vísperas de la procreación de un hijo, es la vegetariana, a base de legumbres y frutas, comida cruda. Es que sólo en estado crudo los vegetales conservan toda la fuerza vital. Deben excluir de su alimentación la carne y todas las bebidas alcohólicas y, lo que es muy importante, suprimir el fumar, porque estos vicios excitan los bajos instintos del hombre, induciéndolo a la fornicación. En cambio, el vegetarianismo despierta la parte elevada y divina del hombre, induciéndolo a la vida sexual pura.
La inmensa importancia del crudismo vegetariano, para la procreación de hijos extraordinarios, lo revela el Sagrado Texto al referirse al nacimiento de Sansón. A la madre de Sansón se le apareció un mensajero divino, anunciándole que tendría un hijo muy sabio y el más fuerte que jamás haya pisado la Tierra. Pero existía una exigencia que la futura madre debería cumplir, para que esta extraordinaria promesa pudiera realizarse. La exigencia era que la futura madre debería ponerse en un estricto régimen alimenticio, comiendo nada más que comida vegetariana cruda, y bebiendo nada más que agua pura. Que debería eliminar totalmente la carne y las bebidas embriagantes. Ella cumplió estrictamente con esta exigencia y el hijo que nació fue tan robusto y fuerte, que a los catorce años peleó con un león que lo atacó, destrozándolo sólo con sus manos. Más tarde, luchó contra mil filisteos que lo atacaron, los venció y mató a todos. Debido a su extraordinaria inteligencia fue elegido juez y rey de los israelitas.
De manera que los padres que desean tener hijos extraordinarios, deben imitar a los padres de Sansón. Deben someterse a tan estricto régimen por lo menos durante tres meses antes de realizar el acto sexual y la madre debe seguirlo durante todo el tiempo hasta que nazca el hijo y deje de mamar, pues el hijo participa de los alimentos de la madre. Durante estos tres meses, esta pareja debe vivir una vida pura, sosegada y en lo posible, en el aire puro del campo o la playa. Repito, sin comer carne, sin beber bebidas embriagantes y sin fumar, comiendo tan sólo comida vegetariana, bebiendo agua pura y respirando profundamente aire puro, como también tomando baños de Sol. Únicamente de esta manera, imitando a esta pareja –sobre todo a esa magnífica madre que Dios hizo surgir para que sirva de modelo a las madres de todos los tiempos- esta pareja puede esperar confiada el nacimiento de un robusto niño, que puede resultar otro Sansón.

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Capítulo 42: Conquistar todas las virtudes



Así, sucesivamente, debe vencer todos sus vicios y malos hábitos y conquistar todas las virtudes, lo que quiere decir que arribó triunfalmente hasta el excelso Trono del Padre Celestial.

La lucha entre el bien y el mal, entre la virtud y el vicio, suele ser larga y durar algunas vidas terrestres, pero finalmente siempre vence el bien, la virtud y el amor, quedando derrotados los vicios.
Pero la ascensión de la escala de Jacob tan sólo ha empezado, quedando aun muchos peldaños por trepar, muchos vicios por vencer y muchas virtudes por conquistar.
El siguiente vicio por vencer es el juego de azar. La Suprema ley de Dios ordena que sólo del trabajo viva el hombre y jamás del juego.
El trabajo, aparte de la riqueza material, trae también la riqueza espiritual, que se exterioriza y manifiesta en la experiencia y sabiduría que acumula el hombre trabajando. Además, el trabajo es ejercicio y el ejercicio es salud, tesoro mucho más grande que todas las riquezas materiales.
En cambio, el juego tan sólo trae la riqueza material sin la espiritual. El juego de azar es pura suerte que no hace acumular sabiduría ni inteligencia al hombre, ni conquistar salud ni felicidad. Es un dinero mal habido sobre el cual no gravita la bendición de lo Alto; por esto sólo trae las desgracias, las enfermedades, la miseria y el dolor. Es proverbial que el pueblo que más juega, mayor número de gente se distrae en la ociosidad sin trabajar, por lo cual tal pueblo, a la larga se arruina.
De allí que el hombre debe luchar valientemente consigo mismo, para desarraigar de su carácter ese vicio denigrante de la especie humana, para poder dar un paso más alto en la escala de las virtudes, y acercase a Dios.

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Capítulo 41b: La escala de Jacob hasta Dios mismo




El destino del hombre es subir la escala de Jacob hasta Dios mismo. Trepar tal escala significa vencer un nivel inferior, subiendo a uno superior. Por ejemplo, si el trepador permanece en un peldaño llamado odio, debe esforzarse en desarraigar este defecto de su carácter, procurando subir el peldaño más alto llamado amor. Y si se halla en un peldaño que se denomina fornicación, debe luchar contra este grosero vicio, subiendo al peldaño superior marcado con la pureza.

Entonces un escribano preguntó: maestro, si el tabaco y los productos de la vid y la amapola provocan tantos estragos entre los hombres, ¿por qué el Padre Celestial permitió que tan perniciosas plantas crecieran?
Jesús respondió: El destino del hombre es evolucionar hasta las mismas alturas de Dios, ascendiendo peldaño por peldaño en la inmensa escala de Jacob, hasta llegar al magnífico trono del Altísimo. Cada peldaño significa un grado evolutivo, grado de madurez y de perfeccionamiento que el hombre debe adquirir para poder subir al peldaño más alto.
Así, los primeros peldaños están marcados con los vicios más groseros, como son el alcoholismo, tabaquismo, opio, etc., vicios que el hombre debe vencer totalmente en su propia persona para poder trepar al peldaño más alto.
Pero el individuo que en vez de luchar porfiadamente contra sus vicios se deja arrastrar por ellos, abandonándose de lleno a sus pasiones, este hombre es como un pez muerto arrastrado por las aguas. Es un vencido sin fuerza ni voluntad para luchar contra sus enemigos: los vicios y malos hábitos, por lo cual la ley inmanente lo entrega a la regeneración forzosa en manos del maestro dolor.
Este maestro, aunque severo, obra con bondad, inteligencia, persuasión y amor. No le suprime bruscamente sus vicios, al contrario, le permite que de una manera más intensa goce de sus vicios predilectos hasta que lo hostiguen y así les tome fastidio y odio y los abandone por sí mismo.
Pero si el individuo siguiera impertérrito en la senda de sus vicios, entonces el maestro dolor se pone severo y lo hace recluir en un reformatorio forzoso hasta que se regenere.
El Ángel tutelar ayuda de una manera decisiva a su regeneración, consolándolo y aconsejándolo a través de la voz interna de la conciencia.
Esta íntima voz le habla constantemente, remordiéndole la conciencia, y haciéndole ver que fueron sus propios vicios la causa precisa de su derrumbe fatal. Es entonces cuando con toda la voluntad de su alma adopta la resolución suprema de dejar sus vicios.
Así, de esta caída fatal el hombre se levanta redimido, glorioso, detestando ahora los vicios que antes agasajaba.
Vencerse a sí mismo es el más grande de los triunfos que el hombre puede conquistar en la Tierra, por lo cual, este victorioso vencedor de la más difícil prueba –la de vencerse a sí mismo- es laureado con la más codiciada de las coronas, llamada sobriedad, que es una de las más bellas virtudes humanas.
Tan alta distinción se otorga sólo a los héroes vencedores de los más temibles azotes sociales llamados tabaquismo, opio, alcoholismo y es por este motivo que el Altísimo hizo surgir estos vegetales para que los hombres pudieran ejercitarse en estos vicios y luchar contra ellos, y adquirir la fuerza de voluntad para vencerlos.

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Capítulo 41: Suicidio



Suicidio

En el caso de quitarse un individuo la propia vida, comete el acto más horrible y el mayor desacato a la autoridad del Señor.
Cualquier problema que lo haya empujado a tomar tan extremada decisión es insignificante comparada con la del monstruoso daño que él mismo se infiere con tan repudiable acto.
Porque el problema que se suscitó, en realidad tenía el objeto de favorecerle y jamás el de perjudicarle. Seguramente fue uno de aquellos exámenes acerca de su grado evolutivo a que la ley inmanente periódicamente suele someter a un individuo, para conocer su madurez evolutiva, a fin de corregir sus tareas hechas y asignarle una calificación y colocarlo frente a nuevas responsabilidades, en las que pueda progresar más rápidamente. De manera que con valor y alegría debería haberse sometido a tal utilísima prueba destinada a beneficiarlo.
Pero si en vez de desesperarse y recurrir al suicidio, recurre al Padre Celestial y en un humilde coloquio suplica auxilio para este difícil trance, el Dios misericordioso en el acto le envía Sus Ángeles auxiliares que le harán pasar airoso y triunfante la difícil prueba.
Los suicidios ocurren tan frecuentemente porque los suicidas no están informados del terrible castigo que les espera en el otro mundo, castigo que es mucho más penoso que sobrellevar aquí cualquier situación difícil. Generalmente creen poder escapar cobardemente de este mundo a una vida mejor del más allá, pero están equivocados, porque allí les espera una vida peor. Allí están condenados a repetir todos los días al angustioso acto del suicidio y experimentar de nuevo los mismos dolores, la misma amargura y la terrible agonía de la muerte. Además, tienen que sufrir los lamentos de los suyos y soportar las maldiciones de los perjudicados con su huída. Este suplicio perdura en el más allá hasta el día en que habría producido su muerte natural aquí en la Tierra. En seguida los suicidas renacen aquí en la Tierra, pero en condiciones muy penosas. Como habían menospreciado su cuerpo físico hasta el punto de mutilarlo deliberadamente, renacen ahora en cuerpos semejantes, es decir mutilados, ya sea cojos, ciegos, mudos, sordos, paralíticos, dementes, etc., o arrastrando aquí su triste vida como idiotas o locos. Son rebajados hasta el último grado evolutivo y tienen que escalar de nuevo la empinada cuesta hasta llegar, después de eones, a la misma altura en que se resbalaron, cayendo a los abismos.
Sin embargo, los accidentados no quedan abandonados a su propia suerte. El infinito amor del Padre Celestial no les abandona ni un instante en este difícil trance. Les envía Sus Ángeles auxiliares, para que los asistan y consuelen, prestándoles su fuerte brazo de apoyo para ayudarlos a trepar de nuevo la difícil cuesta.
Todo este mal les sobrevino a los suicidas porque habían jugado peligrosamente con el inmenso poder que es el pensamiento en su tendencia negativa, destructora, cavilando persistentemente sobre quitarse la vida, o suicidarse, cuando les sobrevino un asunto difícil y desagradable en la vida.
En verdad os digo, que es el pensamiento premeditado durante mucho tiempo, el que os arrastra finalmente al suicidio. De allí os digo: nunca penséis que queréis suicidaros, por ser este pensamiento muy peligroso. Al contrario, pensad que queréis morir de muerte natural y sobrellevar valientemente la carga de la vida, por muy pesada y amarga que fuese. Oportunamente les vendrá el premio con creces por vuestra obstinada perseverancia en el recto vivir.
Vuestro pensamiento siempre sea optimista, constructivo, con tendencia al noble y virtuoso comportamiento, porque en lo que penséis con preferencia en esto os tornaréis tarde o temprano.
Es la ley de la vida que el hombre se convierta en lo que piensa. Si piensa en virtudes será virtuoso, y si piensa en pecados se volverá pecador.
Si al pensamiento sobre el suicidio le dais albergue en vuestra mente, éste poco a poco se adueñará de vuestra conciencia, hasta tal punto que este enemigo mortal interno, con el tiempo será más fuerte que la resistencia de vuestra voluntad de rechazarlo, y en cualquier crisis nerviosa implacablemente os arrastrará al suicidio.

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Capítulo 40: Crimen y castigo



Crimen y castigo.

En la época espiritual, que ya comienza, la pena de muerte será abolida y reemplazada por la condena al a regeneración obligatoria del delincuente, ya que la pena de muerte se opone a la Suprema ley de <no matarás>, porque sólo Dios tiene derecho de quitar la vida. La condena de muerte significa odio al prójimo y cruel venganza al aplicar el odioso castigo de ojo por ojo y diente por diente.
La ley del odio es ley caduca y es reemplazada por la ley del amor, ley máxima en todo universo, porque es ella la que hace posible su existencia. Esta ley hace servir sin mirar a quién, como aquel samaritano que se compadeció del herido tirado al borde del camino. La ley del amor significa compasión, misericordia y perdón, que al enfermo le produce salud, al caído lo levanta, al ignorante lo instruye, educa y disciplina, enseñándole una profesión para que pueda ganarse honradamente la vida con su propio trabajo.
La regeneración obligatoria hace el prodigio de vaciar las cárceles, disminuir el número de jueces y policías, y mermar la ignorancia de las bajas esferas sociales, elevando su nivel cultural. Porque el criminal regenerado a fondo, generalmente nace en su próxima reencarnación como un ciudadano honesto, decoroso, honrado y trabajador, que trae consigo un inmenso caudal de conocimientos prácticos, creadores de industrias, de artes y oficios. Es un factor de progreso general.
En cambio, por cada criminal no regenerado y condenado muerte, renacerá un criminal más en la próxima vida, que junto con tantos otros no regenerados, llenarán las cárceles, las casas de juego y prostitución, los fumadores de opio, los manicomios, etc. Es un factor de retroceso general.
De manera que la equivocada justicia que condena a muerte aumenta artificialmente la criminalidad del mundo, llenándolo de malos ciudadanos e incrementando hasta los topes la población carcelaria, siendo una rémora para el progreso.
También el juez que condenó a muerte recibirá una saludable lección. Porque con esa fatal condena, encadenó férreamente su propia persona con la del condenado, que en su próxima reencarnación nacerá como su hijo. Y el ex-juez deberá poner todo su empeño en regenerarlo, educarlo e instruirlo, lo cual logrará finalmente, después de ingentes sacrificios, convirtiéndole en un ciudadano útil, honrado y bueno, que contribuirá al progreso social y económico de país. Esto le servirá de lección al ex-juez, para que, si nuevamente llega a desempeñar la magistratura, trate a todos los que deba juzgar, con la misma consideración como si fuesen hijos suyos, condenándolos a la regeneración obligatoria y no a la pena de muerte, porque sólo así no se encadena con el reo, ya que no lo atrasa si no que favorece su evolución.

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